De la mano de:
Autor: George MacDonald
Editorial: Atalanta
Año de publicación: 2012
Páginas: 240
ISBN: 9788493963545
Precio: 20 €
"Pocos autores dejan tras de sí una estela de admiración en otros escritores. Lewis Carroll, John Ruskin, Mark Twain, J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis profesaron a George MacDonald su más alta consideración. Amigo de Dickens, Tennyson, Wilkie Collins, Thackeray y Walt Withman, quizá su relación más prolongada y fructífera fue la que mantuvo con Lewis Carroll, quien, gracias a su consejo y a la entusiasta lectura de sus hijos, se decidió a publicar Alicia en el país de las maravillas. Poeta vidente, como entiende la tradición escocesa y céltica, creía en un mundo más allá de lo percibido por los sentidos, en donde todos los seres de la naturaleza –animales, flores y árboles…– tienen alma. Sus lectores son todas aquellas personas que aún no han perdido la inocencia: «No escribo para los niños, sino para todos aquellos que son como niños, ya tengan cinco, cincuenta o setenta y cinco años». Este libro, que empieza con un espléndido ensayo sobre «La imaginación fantástica», recoge sus mejores cuentos de hadas."
OPINIÓN PERSONAL
Hace ya bastante tiempo que vengo mostrando interés por el mundo de los cuentos de hadas en el XIX, y cada vez que me adentro más y más no dejo de sorprenderme con todo lo que voy encontrando. George MacDonald, si bien puede que no sea uno de los grandes genios del género, sí que es un gran narrador e inventor de historias que, aunque algunos años mayor, puede que sea gran deudor del ingenio de su amigo y compañero Lewis Carroll.
MacDonald nos adentra en estos relatos en diferentes universos que han emergido de su mente, jugando con las palabras, los sueños, la realidad, los personajes ficticios, el Sol y la Luna... Jugando, en definitiva, con un mundo que a los adultos, simplemente por el hecho de ser adultos, escapa a nuestra imaginación. A pesar de ello, creo que consigue trasladarnos de nuevo a ese mundo de la infancia, de lo absurdo y de lo ingenuo a través de cuentos de chicas encerradas en torreones, de brujas malvadas, de hadas buenas, de princesas que desconocen las leyes de la gravedad, de gigantes enormes y de niños diminutos.
Sin embargo, y como bien comentaba, creo que es la perspectiva que le da el ser adulto lo que hace que esta recopilación no deba ser una lectura como tal, sino algo que merece ser contado. Lewis Carroll y George MacDonald desarrollaron el nonsense, el sinsentido, como sistema narrativo que, tal y como retomó J. M. Barrie en Peter y Wendy, debe ser entendido por los niños, que son los únicos capaces de comprender la lógica y la magia que se esconde entre el absurdo de las páginas de estas historias.
Por su parte, creo que es la forma de contar las historias la que destaca de toda la narrativa de este autor. Nos hace encontrarnos en un punto intermedio entre la primera persona y la tercera, como un narrador, un cuentacuentos que se sienta a nuestro lado y, como si de niños se tratara, nos habla de mundos lejanos y de historias imposibles para, de manera inesperada, hacer pequeñas anotaciones como si él mismo hubiera vivido las historias. Sí que es cierto que en ocasiones, como es el último relato, el tratar de darnos diferentes versiones de una historia que terminan por confluir en un único punto hace que se pierda bastante el hilo, como sucede (al menos en mi caso) cuando contamos una historia a nuestros amigos, donde todo nos parece tan importante que terminamos por contar lo que comimos el día anterior como si hubiera afectado a lo que dijimos una semana después. Pero creo que es esa cercanía con el lector o con el oyente, con nuestro niño interno o con ese niño que se sienta a nuestro lado, lo que le da un toque personal.
Creo que es una lectura que, si bien apta para todos los públicos, o al menos no para todas las mentalidades, merece la pena por ser algo que nos hace abstraernos a un mundo de cuento que nos hace olvidar una mirada lógica para pasar a ver con los ojos de la ilusión.
MacDonald nos adentra en estos relatos en diferentes universos que han emergido de su mente, jugando con las palabras, los sueños, la realidad, los personajes ficticios, el Sol y la Luna... Jugando, en definitiva, con un mundo que a los adultos, simplemente por el hecho de ser adultos, escapa a nuestra imaginación. A pesar de ello, creo que consigue trasladarnos de nuevo a ese mundo de la infancia, de lo absurdo y de lo ingenuo a través de cuentos de chicas encerradas en torreones, de brujas malvadas, de hadas buenas, de princesas que desconocen las leyes de la gravedad, de gigantes enormes y de niños diminutos.
Sin embargo, y como bien comentaba, creo que es la perspectiva que le da el ser adulto lo que hace que esta recopilación no deba ser una lectura como tal, sino algo que merece ser contado. Lewis Carroll y George MacDonald desarrollaron el nonsense, el sinsentido, como sistema narrativo que, tal y como retomó J. M. Barrie en Peter y Wendy, debe ser entendido por los niños, que son los únicos capaces de comprender la lógica y la magia que se esconde entre el absurdo de las páginas de estas historias.
Creo que es una lectura que, si bien apta para todos los públicos, o al menos no para todas las mentalidades, merece la pena por ser algo que nos hace abstraernos a un mundo de cuento que nos hace olvidar una mirada lógica para pasar a ver con los ojos de la ilusión.
3'5 de 5
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