De la mano de:
Autor: Luis Gasca y Asier Mensuro
Editorial: Cátedra
Año de publicación: 2014
Páginas: 336
ISBN: 9788437633299
Precio: 14,95 €
"Pintura y cómic son dos disciplinas artísticas íntimamente ligadas. El llamado noveno arte se inspira y homenajea a las obras maestras de los grandes pintores en viñetas e ilustraciones de portadas. El modo de lograrlo es muy variado. En ocasiones, el dibujante de cómic reproduce la obra pictórica de la manera más fidedigna posible. En otras, imita la composición de las figuras de un determinado cuadro, sustituyéndolas por los personajes protagonistas del cómic. Finalmente, también existen citas estilísticas en las que la imagen de cómic posee una relación muy débil con una pintura concreta, pero que imita a la perfección la técnica pictórica y el uso de la luz y del color de un determinado lienzo, estableciendo así la conexión entre ambas obras.
Este volumen es también una imaginativa y amena recopilación de las grandes obras maestras de la pintura, donde las obras icónicas de esta disciplina se fusionan con los grandes iconos del mundo del cómic, enriqueciendo el imaginario colectivo de nuestro tiempo con un fuerte espíritu pop. Así, por ejemplo, personajes como Astérix, Obélix y el resto de locos personajes de la aldea gala se convierten en protagonistas de lienzos de la pintura francesa como ''La libertad guiando al pueblo'' de Delacroix o ''La balsa de la medusa'' de Géricault; las brujas y los demonios de las ''pinturas negras'' y ''los disparates'' de Goya enriquecen el universo de Mike Mignola y su criatura Hellboy; y superhéroes como Batman, Superman o Spiderman pueblan las obras maestras de la pintura norteamericana como ''Noctámbulos'' de Hooper, ''Gótico estadounidense" de Wood o "El mundo de Cristina" de Wyeth."
Este volumen es también una imaginativa y amena recopilación de las grandes obras maestras de la pintura, donde las obras icónicas de esta disciplina se fusionan con los grandes iconos del mundo del cómic, enriqueciendo el imaginario colectivo de nuestro tiempo con un fuerte espíritu pop. Así, por ejemplo, personajes como Astérix, Obélix y el resto de locos personajes de la aldea gala se convierten en protagonistas de lienzos de la pintura francesa como ''La libertad guiando al pueblo'' de Delacroix o ''La balsa de la medusa'' de Géricault; las brujas y los demonios de las ''pinturas negras'' y ''los disparates'' de Goya enriquecen el universo de Mike Mignola y su criatura Hellboy; y superhéroes como Batman, Superman o Spiderman pueblan las obras maestras de la pintura norteamericana como ''Noctámbulos'' de Hooper, ''Gótico estadounidense" de Wood o "El mundo de Cristina" de Wyeth."
OPINIÓN PERSONAL
Como siempre, Cátedra nos sorprende con libros académicos de temas muy variados, sí, pero... Digamos científicamente aceptados, especialmente en el campo artístico (o, al menos, eso creo yo por la parte que me toca), y, a pesar de ello, muy de vez en cuando, hace emerger algunas obras concretas donde lo académico da lugar a la investigación, a lo popular y a algo que, bien dentro del arte más clásico, bien dentro de lo que podríamos denominar como cultura de masas, hace que el público general detenga la mirada en su obra. Éste es uno de esos casos.
Tradicionalmente se ha venido a enseñar el cómic como una consecuencia, más o menos lógica, de la pintura y del grabado, como una continuación en la evolución de las artes a pesar de ser dos disciplinas estrechamente ligadas. Así, La pintura en el cómic nos propone una lectura alternativa, una lectura a la inversa, desde el cómic hacia la pintura, encontrando las obras maestras de la historia del arte, reproducidas de manera más o menos fidedigna, entre las portadas, páginas y viñetas de las publicaciones más variadas, permitiendo aprender arte a través del cómic.
Además, este volumen recopila de manera ingeniosa algunas de estas obras que fusionan las referencias pictóricas o escultóricas con los personajes más icónicos del mundo del cómic, algo que ha generado un imaginario colectivo bastante propio de la cultura pop que ha perdurado prácticamente hasta hoy día, encontrando a los Vengadores protagonizando un cartel de Toulouse-Lautrec o a viñetas de Mortadelo y Filemón en las que se recrean escenas de Rubens Encontramos así una evolución histórica, la que se conoce como historia de los estilos, a través de la clasificación tradicional del arte clásico y aurático y su reinterpretación en el noveno arte
Todo ello acompañado por un corpus bastante completo y ameno de leer y que, aunque a veces se queda en lo superficial, imagino que más por las propias restricciones editoriales que por otra cosa, incita, en la mayoría de las ocasiones, a seguir investigando sobre nuestro cómic favorito o el período artístico por el que sentimos predilección y es que, como casi siempre, vale más una imagen que mil palabras.
En definitiva, quería dejar esta reseña hoy, ya con el Salón del Cómic de Zaragoza a la vuelta de la esquina, porque creo que merece la pena prestarle algo más de atención al cómic, más que como un medio de ocio, como un medio de aprendizaje que, en mayor o menor medida, bebe de sus predecesores para llegar a una cantidad de generaciones que, posiblemente, el arte clásico jamás llegara a soñar.
Tradicionalmente se ha venido a enseñar el cómic como una consecuencia, más o menos lógica, de la pintura y del grabado, como una continuación en la evolución de las artes a pesar de ser dos disciplinas estrechamente ligadas. Así, La pintura en el cómic nos propone una lectura alternativa, una lectura a la inversa, desde el cómic hacia la pintura, encontrando las obras maestras de la historia del arte, reproducidas de manera más o menos fidedigna, entre las portadas, páginas y viñetas de las publicaciones más variadas, permitiendo aprender arte a través del cómic.
Además, este volumen recopila de manera ingeniosa algunas de estas obras que fusionan las referencias pictóricas o escultóricas con los personajes más icónicos del mundo del cómic, algo que ha generado un imaginario colectivo bastante propio de la cultura pop que ha perdurado prácticamente hasta hoy día, encontrando a los Vengadores protagonizando un cartel de Toulouse-Lautrec o a viñetas de Mortadelo y Filemón en las que se recrean escenas de Rubens Encontramos así una evolución histórica, la que se conoce como historia de los estilos, a través de la clasificación tradicional del arte clásico y aurático y su reinterpretación en el noveno arte
Todo ello acompañado por un corpus bastante completo y ameno de leer y que, aunque a veces se queda en lo superficial, imagino que más por las propias restricciones editoriales que por otra cosa, incita, en la mayoría de las ocasiones, a seguir investigando sobre nuestro cómic favorito o el período artístico por el que sentimos predilección y es que, como casi siempre, vale más una imagen que mil palabras.
En definitiva, quería dejar esta reseña hoy, ya con el Salón del Cómic de Zaragoza a la vuelta de la esquina, porque creo que merece la pena prestarle algo más de atención al cómic, más que como un medio de ocio, como un medio de aprendizaje que, en mayor o menor medida, bebe de sus predecesores para llegar a una cantidad de generaciones que, posiblemente, el arte clásico jamás llegara a soñar.
3'5 de 5
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