De la mano de:
Autor: Charles Dickes y Edward Caswall
Editorial: Alba
Año de publicación: 2014
Páginas: 248
ISBN: 9788484289708
Precio: 18 €
"El éxito en 1837 de Estampas de señoritas de William Caswall, un humorista que escribía con seudónimo, empujó a Charles Dickens a publicar una réplica anónima, Estampas de caballeretes (1838), dedicada a «las señoritas del Reino Unido». En ella acusaba amablemente a Caswall de cierta misoginia y se disponía a ampliar el repertorio al género masculino. En 1840 continuó el ciclo con Estampas de parejitas, preocupado por el peligro de «superpoblación» que podría acarrear el ejemplo del matrimonio de la reina Victoria. En conjunto, estas tres series de estampas componen un sensacional cuadro satírico de la juventud victoriana."
OPINIÓN PERSONAL
De vez en cuando recorro estanterías buscando alguna obra de Dickens que me llame la atención sólo por el nombre, y es que creo que todo lo que he leído de este autor ha sabido expresar con apenas unas palabras en la portada todo lo que contiene en su interior. Estampas de caballeretes y parejitas, acompañado de Estampas de señoritas, de Edward Caswall, salió hace poco al mercado en esta preciosa edición de Alba, ¿alguien dudaba de que fuera a hacerme con este volumen?
Como siempre, empiezo mi reseña reconociendo algo, y es que reconozco que no había oído hablar de Edward Caswall, o al menos no en relación con el medio periodístico y, mucho menos, con la sátira social que aquí nos ocupa. Por otro lado, la obra literaria de Dickens relacionada con el tema periodístico es algo que me llama no poco la atención, y creo que es el formato más exitoso para este tipo de publicaciones que se pueda imaginar. Una lástima que haya terminado por perderse.
En esta pequeña obra, que, a pesar del título, comienza con las Estampas de señoritas de Caswall, se recogen algunas de las tipologías más prototípicas de damas de la época victoriana, yendo desde las más despistadas hasta las más llamativas, sirviendo claros ejemplos de situaciones en las que poder encontrarnos con este tipo de señoritas. De la misma manera, y casi como respuesta al modelo anterior, Dickens se lanzó con su Estampas de caballeretes, y, para contrarrestar los efectos del boom del matrimonio gracias al que padeció, o eso se nos quiere hacer pensar, la reina Victoria, remató la faena de Estampas de parejitas, donde se nos relata todo tipo de modelos y dolencias de las personas de la sociedad de la primera mitad del XIX.
Podría ponerme a profundizar en cada uno, pero podríamos estar horas y horas haciéndolo, encontrando matices que, seguro, otro sería incapaz de ver, pero que todos los aficionados a la cultura decimonónica no dejaríamos de ver apuntalados en este pintor prerrafaelita, en aquel escritor repeinado, en un personaje de nuestra novela favorita sobre ciertas hermanas enamoradizas... Y podría quedarse ahí pero, lamentable o afortunadamente, podemos traer estas tipologías hasta nuestra vida diaria, y no deja de ser divertido el imaginar a nuestros conocidos ataviados a la manera de la época representando escenas tan absurdas como divertidas. Para que luego sólo se hable, y peco de ser el primero, de los famosos huerfanitos de Dickens.
Creo que hace tiempo que no recomendaba un libro tan encarecidamente, pero sus capítulos breves llenos de pasajes divertidos, de situaciones tan cotidianas que podrían suceder hoy en día, de tipos que nos harán reír o incluso desesperarnos... En definitiva, un libro tan de cabecera que podría servir lo mismo para leer y desconectar que para utilizar a modo de manual de escritura que es, si no necesario, casi, en la vida de cualquier amante de la lectura.
Como siempre, empiezo mi reseña reconociendo algo, y es que reconozco que no había oído hablar de Edward Caswall, o al menos no en relación con el medio periodístico y, mucho menos, con la sátira social que aquí nos ocupa. Por otro lado, la obra literaria de Dickens relacionada con el tema periodístico es algo que me llama no poco la atención, y creo que es el formato más exitoso para este tipo de publicaciones que se pueda imaginar. Una lástima que haya terminado por perderse.
En esta pequeña obra, que, a pesar del título, comienza con las Estampas de señoritas de Caswall, se recogen algunas de las tipologías más prototípicas de damas de la época victoriana, yendo desde las más despistadas hasta las más llamativas, sirviendo claros ejemplos de situaciones en las que poder encontrarnos con este tipo de señoritas. De la misma manera, y casi como respuesta al modelo anterior, Dickens se lanzó con su Estampas de caballeretes, y, para contrarrestar los efectos del boom del matrimonio gracias al que padeció, o eso se nos quiere hacer pensar, la reina Victoria, remató la faena de Estampas de parejitas, donde se nos relata todo tipo de modelos y dolencias de las personas de la sociedad de la primera mitad del XIX.
Podría ponerme a profundizar en cada uno, pero podríamos estar horas y horas haciéndolo, encontrando matices que, seguro, otro sería incapaz de ver, pero que todos los aficionados a la cultura decimonónica no dejaríamos de ver apuntalados en este pintor prerrafaelita, en aquel escritor repeinado, en un personaje de nuestra novela favorita sobre ciertas hermanas enamoradizas... Y podría quedarse ahí pero, lamentable o afortunadamente, podemos traer estas tipologías hasta nuestra vida diaria, y no deja de ser divertido el imaginar a nuestros conocidos ataviados a la manera de la época representando escenas tan absurdas como divertidas. Para que luego sólo se hable, y peco de ser el primero, de los famosos huerfanitos de Dickens.
Creo que hace tiempo que no recomendaba un libro tan encarecidamente, pero sus capítulos breves llenos de pasajes divertidos, de situaciones tan cotidianas que podrían suceder hoy en día, de tipos que nos harán reír o incluso desesperarnos... En definitiva, un libro tan de cabecera que podría servir lo mismo para leer y desconectar que para utilizar a modo de manual de escritura que es, si no necesario, casi, en la vida de cualquier amante de la lectura.
5 de 5
1 comentario:
Tiene una pinta fantástica. Me lo apunto.
Los libros de Alba editorial son especiales ¿verdad?.
Un beso.
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